EL CASTILLO DE LA ROCA
En la parte norte del pueblo, sobre una pequeña colina, se eleva el castillo de La Roca. Está situado en el antiguo emplazamiento de la estación Praetorium -fortificación- de la vía romana, que unía Granollers (Sempronia) y Mataró (Iluro). Está documentado que en el año 936, Lluís Ultramarí lo donó al Monasterio de Sant Cugat del Vallès, que fue su propietario hasta el 1243. Mons. José Ríos, al publicar el Cartulario de Sant Cugat, considera que se trata de Luis V, sucesor de Lotario, y lo data en 986. Sea como fuere, se tiene constancia documental del castillo desde finales del s. X.
Parece ser que el conde de Barcelona lo encargó a Arnau Mir de Santmartí, descendiente de Gombau de Besora. Posteriormente, el castillo fue legado, junto con otros bienes y territorios, a Guillem de Muntanyola o de Vacarisses, primer señor de Moncada. A su muerte, pasó a ser heredado por sus hijos Renard Guillem y Bernat de Sarroca, a partir del 1040.
A través del matrimonio de Sansa, señora de La Roca, con Pere Bertran de Bell-lloc, la señoría del castillo pasó a sus descendientes, los Bell-lloc. Guillem de Montclús, casado con Guillema de Bell-lloc, fue el propietario y señor de las dependencias del castillo entre 1243 y 1276. Momento en que deja de estar bajo el dominio de los Bell-lloc, para pasar a formar parte del patrimonio de la familia Lleïr de Vilanova hasta 1283 (hermanos Berenguer y Bertran). El subsiguiente propietario, Ramón de Cabrera, lo vendió en 1287 al notario real Pere Marquès.
Según Pasqual Ferrer, los Cabrera fueron dueños del castillo durante 56 años, hasta que en 1343 lo vendieron a Pere Arnau Marquès, que fue su propietario durante 42 años. Después de pasar de una mano a otra, durante un tiempo, en 1385 en Pere Arnau Marquès lo vendió al rey por 30.000 sueldos.
La jurisdicción del castillo y del término de La Roca pertenecía al rey, pero durante determinados períodos del s. XIV, el rey se alejó del señor de La Roca, después de haber sido redimido por los vasallos varias veces.
En 1405 fue adquirido por Ramon de Torrelles y se convirtió en el centro de la baronía de La Roca a partir del 1468. Año en el que fue concedido a Martí Joan de Torrelles y de Sentmenat el título de barón de La Roca.
Con la llegada de los Torrelles, parece ser que creció mucho el censo de la población; de hecho, hasta los 880 habitantes, ya que el conde obtuvo permiso de la realeza para celebrar mercado los miércoles y dos ferias anuales, la de Sant Jaume y la de Santa Magdalena. Por este motivo, se instalaron en La Roca personas de oficios diversos y tres hostales con cuadras para las caballerías. Es entonces cuando se decide derribar la antigua iglesia románica para construir la actual, que fue inaugurada el 28 de noviembre de 1558, celebrando la misa el capellán Gaspar Desfonts.
En 1418, Granollers pagó 10.000 florines al rey Alfonso IV de Cataluña y V de Aragón para obtener la desmembración del condado de La Roca y declararse independiente. A partir de entonces, con la decadencia de los Torrelles, Granollers prosperaba, mientras La Roca pasó a ser un pueblo pequeño donde los habitantes podían apenas subsistir.
Durante la guerra contra Juan II (1462-1472), el castillo fue asediado y expugnado por las fuerzas de la Generalitat.
A principios de enero del 1463, el conde de La Roca recibió un comunicado de la Generalitat que recomendaba a los habitantes que se encerraran en el castillo; ya que las fuerzas de Juana Enríquez y del conde de Foix, capitaneadas por Pedro de Bell-lloc y Bernat de Guimerà, habían tomado el castillo de Montcada y venían en dirección a La Roca. A pesar de la resistencia, el 19 de abril, el castillo se tuvo que rendir a las fuerzas enemigas por carencias de munición, de comida y de agua. El ejército del rey se apoderó del castillo e hicieron prisionero a Martí Benet de Torrelles, señor de La Roca.
El año 1465, el castillo fue reconstruido por los Torrelles, con la ayuda del pueblo y de la Generalitat, hasta que se arruinaron y se fueron de La Roca, en 1480; dando lugar a un periodo de hurtos y de destrucciones. A partir del 1664, pasó a ser propiedad de la Comunidad de Presbíteros de Santa Maria del Mar.
A principios del s. XVIII pasó de la familia Torrelles a la familia Sentmenat. Pere de Torrelles-Sentmenat, caballero de San Juan y gobernador de Cataluña, fue el último de la familia en ser propietario del castillo.
La desamortización del ministro liberal Mendizábal ordenó desapropiar todos los bienes eclesiásticos en 1836.
En 1880, Joaquim Alomar Font adquirió el castillo, el Mas Soler, tierras y bosques. Esta masía aparece documentada en el s. X, como el castillo de La Roca. Pere Català Roca cree que el Castillo de Maurins o castillo «morino» se corresponde con el Mas Soler; en cambio, para Francesc Carreras Candi se trata simplemente del apodo del Castillo de La Roca. A partir de 1880, ambas propiedades pasan a ser de Joaquim Alomar, hasta que en noviembre de 1949, en que se divide la finca del castillo, cuando Antonio Rivière compra el castillo en 1952 para restaurarlo y convertirlo en su residencia señorial privada.